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LEYENDA DE LOS HERMANOS AYAR


La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo Lago Titicaca Esta leyenda fue narrada en la crónica Comentarios Reales, escrita por el Inca Garcilaso de la Vega, quien fue hijo del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Chimpu Ocllo. En esta obra, el cronista dice que el padre Sol, compadecido por el estado de salvajismo en el que vivían los hombres, hizo salir del lago Titicaca a una pareja de hermanos y esposos: Manco Cápac y Mama Ocllo. Ellos recibieron el encargo de dirigirse hacia el norte llevando una vara de oro, la cual periódicamente debían tratar de hundir en el suelo hasta encontrar un lugar donde la vara entrase fácilmente para luego establecerse ahí. Esto ocurrió al pie del cerro Huanacaure, adonde convocaron a todos los pobladores de las áreas vecinas. Allí, los convencieron de su origen divino y de su labor civilizadora. De esta manera, y siguiendo los supuestos de su padre Sol, Manco Cápac enseñó a los hombres a cultivar la tierra, el maíz, a hacer canales de riego y a construir casas de piedra. Mientras tanto, Mama Ocllo, enseñaba a las mujeres a hilar y tejer para hacer vestidos de lana y algodón. Estas dos leyendas coinciden en indicar una ruta de migración de sur a norte (proveniente del altiplano peruano-boliviano), donde la búsqueda de tierra fértil se hace evidente. Es probable que los fundadores del imperio hayan sido expulsados del altiplano. Otro punto en común es la idea de «ordenación» del mundo: los fundadores míticos ordenan el Cusco, lugar que se hallaba en situación de caos por la pugna entre las etnias que vivían allí.


Origen del mito o leyenda de los hermanos ayar: La primera crónica que dio a conocer este mito de origen fue la de Juan Díez de Betanzos (1551), quien residia en el Cuzco y hablaba el idioma quechua, Ademas tuvo como esposa a una princesa inca ligada al linaje de pachacutec y Atahuallpa. El historiador Luis E. Valcarcel redacto una version moderno de este mito en 1984 en su libro “Historia del Perú antiguo a través de la fuente escrita”

Leyenda de los hermanos ayar
Sobre la montaña Pacaritambo (doce lugares al Noroeste de Cuzco) aparecieron los hermanos Ayar después del gran diluvio que había desvastado todo.
De la montaña llamada "Tampu Tocco" partieron cuatro hombres jóvenes y cuatro jóvenes mujeres, hermanas y esposas de ellos.
Eran Ayar Manco y su mujer Mama Ocllo; Ayar Cachi y Mama Cora; Ayar Uchu y Mama Rahua y finalmente, Ayar Auca y su esposa Mama Huaco.
Viendo el estado de las tierras y la pobreza de la gente, los cuatro hombres decidieron buscar un lugar más fértil y próspero para instalarse. Llevaron con ellos los miembros de diez Ayllus (organización inca que agrupaba diez familias). Se dirigieron hacia el sudeste.











Pero un primer altercado se produjo entre Ayar Cachi, un hombre fuerte y corajudo, y los otros. Sus hermanos lo celaban y quisieron matarlo. Él les ordenó de volver a las cavernas de Pacarina (se llama así, en quechua, al lugar de los orígenes) a buscar semillas y agua.
Ayar Cachi penetró en la caverna de Capac Tocco (ventana principal de la montaña "Tampu Tocco") y el doméstico que lo acompañaba cerró con una gran piedra la puerta de entrada, y él no pudo jamás salir.
Los siete hermanos y hermanas, seguidos de los ayllus, prosiguieron su camino y llegaron al monte Huanacauri donde descubrieron un ídolo de piedra del mismo nombre. Llenos de respeto y de temor frente a este ídolo, entraron al lugar donde se lo adoraba.
Ayar Uchu saltó sobre la espalda de la estatua y quedó enseguida petrificado, haciendo parte en delante de la escultura.
Aconsejó a sus hermanos de seguir el viaje y les pidió que se celebre en su memoria la ceremonia del Huarachico, o "iniciación de los jóvenes".
En el curso del viaje Ayar Auca fue también cambiado en estatua de piedra en la pampa del Sol. Ayar Manco, acompañado de sus cuatro hermanas, llegó a Cuzco donde encontró buenas tierras, y se hundió su bastón con facilidad pero no pudo retirarlo sin esfuerzos. Entusiasmados por el entorno decidieron quedarse. Ayar Manco fundó una ciudad en nombre del creador Viracocha y en nombre del Sol. Esta ciudad fue el Cuzco (ombligo, en quechua), la capital del Tahuantinsuyo (imperio de las cuatro provincias).










La leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo





Esta leyenda fue narrada en la crónica Comentarios Reales, escrita por el Inca Garcilaso de la Vega, quien fue hijo del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa inca Chimpu Ocllo. En esta obra, el cronista dice que el padre Sol, compadecido por el estado de salvajismo en el que vivían los hombres, hizo salir del lago Titicaca a una pareja de hermanos y esposos: Manco Cápac y Mama Ocllo.
Ellos recibieron el encargo de dirigirse hacia el norte llevando una vara de oro, la cual periódicamente debían tratar de hundir en el suelo hasta encontrar un lugar donde la vara entrase fácilmente para luego establecerse ahí. Esto ocurrió al pie del cerro Huanacaure, adonde convocaron a todos los pobladores de las áreas vecinas. Allí, los convencieron de su origen divino y de su labor civilizadora. De esta manera, y siguiendo los supuestos de su padre Sol, Manco Cápac enseñó a los hombres a cultivar la tierra, el maíz, a hacer canales de riego y a construir casas de piedra. Mientras tanto, Mama Ocllo, enseñaba a las mujeres a hilar y tejer para hacer vestidos de lana y algodón.
Estas dos leyendas coinciden en indicar una ruta de migración de sur a norte (proveniente del altiplano peruano-boliviano), donde la búsqueda de tierra fértil se hace evidente. Es probable que los fundadores del imperio hayan sido expulsados del altiplano. Otro punto en común es la idea de «ordenación» del mundo: los fundadores míticos ordenan el Cusco, lugar que se hallaba en situación de caos por la pugna entre las etnias que vivían allí.